MADRID / BARAKALDO

Violencia de género, publicidad y espectáculo. Derecho a la intimidad

El programa de televisión "El Diario de Patricia" de Antena 3, basado en el morbo, y cuyo único fin es el auge del escándalo para un ídem de la audiencia, se ha visto envuelto en un auténtico show como los que ellos mismos montan, esta vez jugando como objeto escandaloso. Toda esta gama de programas, todo el género de la telebasura, donde se puede incluir Gran Hermano, lo único que incluyen en sus shows son escenas cargadas de neuroticismo protagonizadas por personajes siempre excéntricos y fuera de tuerca. A estos sujetos, o más bien objetos de la perversión que las productoras de dichos programas ejercen sobre ellos, se les somete, por "sorpresa" a situaciones que no se esperaban y ante las que psicológicamente tienen tendencia a reaccionar de una determinada manera que causa estragos. Y aquí es donde radica el eje central del show.

Al Diario de Patricia se le fueron las manos. Efectivamente, ahora alegan majaderías como que ellos no saben nada, cuando en realidad a mí me cuesta creer que el perfil psicopatológico de la mayoría de los participantes no haya sido previamente estudiado. El resultado fue --un caso muy aislado y no predecible, por supuesto, no ni mucho menos al 100% de certeza-- el que fue: la mujer inviatada al programa --por motivo sorpresa, para que su ex maltratador se arrodillase ante ella-- ante la cual el solicitante pidió matrimonio de rodillas, tras una ruptura con esta señora, resulta poco después asesinada por quien ya había sido su maltratador y, además, en TV, no sólo hizo un abominable acto de autohumillación, sino que también humilló a su víctima. Yo, en la piel de la mujer asesinada, al menos, me habría sentido humillado.

En fin, un enfermo celópata por un lado, una mujer que reacciona sumisamente ante un maltrato reiterado, un programa de televisión que canaliza el episodio final de esta trágica y enfermiza relación imposible, una asociación feminista que exige disculpas, y sigue y sigue presionando.

Mientras tanto, en Barakaldo el Ayuntamiento ha decidido no colgar una repugnante lista de agresores --que provocaría, sin duda, linchamiento social que descuartizaría la intimidad y la vida personal y laboral de señores que siguen siendo ciudadanos de plenos derechos como todos los demás. Y por cierto, alguna que otra declaración de voca de mujer que pide (voy a bautizar un término, ya que el lenguaje sexista-feminista no prervé una palabra análoga a "misógino", referente a una mujer que odie, tema o desprecie a los hombres) en ese término que la calificaría de agresora de hombres, pide, insisto, que no sólo se publiquen su nombres sino también sus fotografías en la web municipal, violando así el respeto a los hombres maltratadores y a todos los hombres en general que me parece a mí que, aunque covardemente no lo reconocemos, estamos siendo víctimas de violencia verbal, y en el caso de algunos desventurados, seguro que física también, de índole sexista-feminista. Yo sé que ni todas las mujeres ¡ni mucho menos!, ni todos los colectivos que se definen como "feministas" ni todos los que se definen como "luchadores/as por la igualdad de género" son gente de esta tendencia sexista que acabo de mencionar, que al parecer, se ha olvidado ya de sus reivindicaciones de igualdad, que yo defenderé hasta la muerte, y las ha sustituído por estereotipos sexistas en detrimento del hombre y de su dignidad.

Las cosas llevan fuera de quicio los últimos 5-8 años. Ni los hombres somos tan malvados ni las mujeres tan santas. Y ese es el modelo que nos venden en nombre de la Igualdad: una desigualdad donde, dándole la vuelta a la tortilla, la mujer se coloca en una posición de superioridad frente al hombre. Es verdad aquello del patriarcado, que el hombre lleva dominando la sociedad de una manera muy machista durante siglos, pero no podemos tolerar de ningún modo que esto se invierta, porque lo que quermos, yo quiero de todo corazón, es acabar de una vez por todas con la disparidad en función de sexo, también en función de orientación sexual, no predeterminar roles inflexibles a ambos sexos, ni a ambas orientaciones sexuales.

El modelo de sociedad basado en roles de género es perjudicial para todos/as, hombres y mujeres. Hay que terminar con esto ya, pero no con "lucha", ni con linchamiento, con sobreconcienciación o alarma social porque haya maltratadores, y maltratadoras, que siempre los ha habido. Hay que acabar con esto, y con la violencia en el seno doméstico, si es que podemos algún día, con coherencia y con prudencia, sin crear idealismos como "buena" y "malo"... etc., sino entendiendo que hay personas, tanto víctimas como agresores/as, y personas que potencialmente tienen tendencia a desarrollar estos dos terribles papeles, que ambos son personas muy dignas como todos los demás, pero que realmente tienen un grave problema y que les supondría una auténtica desgracia terminar en episodios de violencia que en algunos casos conllevan consecuencias irreversibles.

Hay que ayudar, prevenir cuidando, y no tanto castigar desproporcionadamente.

Hay que actuar en todo caso con mucha seriedad y discreción, y jamás con alarma, miedo, vehemencia ni show.

I.N.D.
48/Q-068352

21-NOV-2007